Ventana "U"

La universidad que viajó a las regiones

Lic. Carlos Garita Víquez
Asistente del Museo UCR
Historiador, docente y administrador de la educación no formal

Edificios construidos para la Sede de Occidente de la UCR. Fuente: AUROL 

Durante décadas, la Universidad de Costa Rica (UCR) ha aspirado a convertirse en una institución con alcance nacional. Este camino inició en 1968 cuando esta casa de estudios decidió abrir su primer centro fuera del Gran Área Metropolitana. En este artículo, se aborda el camino recorrido hasta la regionalización universitaria.

La universidad que nació para la capital

La apertura de la UCR en 1940 fue un hecho significativo para la juventud josefina. Por fin, el país podía contar con una casa de estudios superiores, después de más de 50 años carentes de una universidad. No obstante, esta nueva oportunidad era accesible para un número reducido de personas, pues quienes aspiraban a estudios superiores debían contar con los recursos económicos para poder sufragar todos los gastos que esto implicaba. Durante las primeras dos décadas de la UCR, la posibilidad de obtener una beca era mínima; además, muchos de los cursos se ofertaban en horarios que impedían al estudiantado poder trabajar y estudiar.

Lo anterior se traducía en un estudiantado poco numeroso, dado que al iniciar sus lecciones en 1941 la UCR contaba con apenas 761 estudiantes. Aunque este número fue creciendo poco a poco, este aumento seguía sin ser significativo, lo cual demostraba que la formación universitaria no era para todas las personas.

El reto de atender a un estudiantado creciente

La situación del estudiantado universitario cambiaría radicalmente a partir de la década de 1960, pues la existencia de nuevas instituciones de educación secundaria en el país permitió un aumento significativo de las personas aspirantes a formación universitaria. Esto conllevó a que en 1966 3170 personas realizasen el examen de admisión de la UCR, la cual podía aceptar menos de la mitad de los solicitantes.

Paralelamente, el país demandaba de esta casa de estudios la formación de una mayor cantidad de docentes, pues la creciente población nacional requería cada vez más recursos educativos. Frente a esto, la Facultad de Educación hizo esfuerzos para poder responder a esta situación, los cuales fueron insuficientes. Resultaba necesario la formación de profesionales fuera del Valle Central.

Ante esta problemática se requerían nuevas ideas, ya que resultaba necesario expandir a la UCR más allá de las fronteras de la Ciudad Universitaria. Por este motivo, desde el Consejo Universitario, se comienza a abordar la idea de crear centros universitarios regionales. Esta propuesta surgió del Segundo Congreso Universitario en 1966, espacio donde se consideró necesario que esta casa de estudios se instalase fuera de la Gran Área Metropolitana.

Construcción de la Biblioteca Arturo Agüero Chaves en la Sede de Occidente de la UCR. Fuente AUROL 

La búsqueda de nuevos espacios universitarios

La decisión de abrir nuevos espacios universitarios despertó el interés de algunas comunidades. El poder formar profesionales desde sus localidades abría nuevas oportunidades de desarrollo, en momentos donde el país seguía transformándose.

Dos cantones presentaron iniciativas para acoger el nuevo centro regional: Pérez Zeledón y San Ramón. Sin embargo, sería este último el que mostró mejores condiciones para establecer con agilidad la nueva sede de la UCR. Cabe destacar el decisivo apoyo que brindó el gobierno municipal ramonense, el cual facilitó las primeras instalaciones físicas. Pronto nuevas sedes se unieron a la expansión de esta casa de estudios: en 1971 se creó la Sede del Atlántico y un año más tarde abrió sus puertas la Sede de Guanacaste. Esto demostró que el país se encontraba deseoso de recibir formación universitaria desde nuevos rincones.

El legado de la regionalización universitaria

En la actualidad, la UCR cuenta con 12 sedes y recintos universitarios a lo largo y ancho del país. Esto ha permitido que las personas no tengan que trasladarse de sus comunidades y puedan desarrollar su experiencia educativa cerca de sus hogares. Al mismo tiempo, la presencia de la institución en las distintas regiones ha hecho posible el desarrollo de las localidades desde la investigación y la acción social.

La universidad que nació para responder a las necesidades de un pequeño grupo de personas parece lejana frente a una institución que no cesa de realizar esfuerzos para llevar la formación superior a un mayor número de personas. Aunque persisten nuevos retos para las sedes regionales, su presencia se ha confirmado como indispensable.

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