Los polinizadores de las orquídeas, sus cambios a lo largo del tiempo

Daniel Rodríguez García
Educador ambiental, Jardín Botánico Lankester

Orquídea del género Telipogon, cuyo labelo (pétalo modificado) asemeja al abdomen de una mosca

Todas las personas necesitamos alimentarnos para sobrevivir. Gracias a nuestros dientes, forma de la boca y aparato digestivo, podemos comer una gama variada de alimentos, Sin embargo, también hay elementos de la naturaleza que no podemos aprovechar por más que queramos, o bien, que debemos transformarlos de alguna forma para lograr consumirlos. A su vez, como seres reproductores, disponemos de estrategias para atraer a una pareja humana potencial, así como órganos especializados que nos permiten dejar una descendencia.

Lo anterior constituye la regla con todos los seres vivos y las orquídeas no son la excepción. Estas poseen su forma de alimentarse y de reproducirse con órganos especiales para ello. En asuntos de reproducción, las estructuras pueden ser muy complejas y variadas, por lo cual las orquídeas se consideran una de las plantas más especializadas que existen y también de las más diversas. Esta variedad es producto de la adaptación para facilitar el transporte de su material reproductivo en el proceso de la polinización. Ya que no se pueden mover de un sitio a otro, las orquídeas necesitan de otros organismos que sí puedan desplazarse.

Cuando escuchamos la palabra polinización, casi siempre nos imaginamos a la abeja o al colibrí, lleno de puntitos amarillos pegados a su cuerpo. En muchas plantas, así es como sucede, pero en las orquídeas es diferente debido a una característica peculiar. En estos organismos vegetales, el polen está empaquetado en sacos llamados polinarios o polinios. Al polinizador se le adhiere este saco cuando interactúa con la flor. Cuando el organismo logra dejar el polinio en otra flor y se completa el proceso, puede generar un fruto. Puesto que hay orquídeas de todos los tamaños y formas, es de esperar que su gama de polinizadores sea también variada. Entre ellos hay moscas, abejas, mosquitos, mariposas, escarabajos y hasta aves. Estos, a su vez, en el proceso, pueden ser beneficiarios de recompensas por parte de las flores.

Colibrí Lampornis calolaema poliniza una orquídea del género Elleanthus

Las orquídeas tienen diferentes formas de llamar la atención de estos polinizadores y asegurar el acarreo del polinario. Algunas tienen formas peculiares para que solo pueda entrar un visitante específico. Hay estructuras en las flores que funcionan como rampas o toboganes que facilitan la llegada del organismo. Las orquídeas zapatilla (Phragmipedium sp), conforman vasijas donde cae el polinizador y al intentar salir, se le quede adherido el polinio. También, algunas especies emiten aromas que atraen cierto tipo de organismo. Por ejemplo, el famoso torito (Stanophea sp.) es una orquídea que emite olor para “llamar” al macho de abejas euglosinas. Incluso, otras orquídeas pueden asemejarse a la hembra de su polinizador para que este, en busca de un encuentro, visite la flor y acarree su polinario. Estas estrategias son sumamente interesantes y trascienden la imaginación de cualquier ser humano, como lo dijo Charles Darwin en su libro La fecundación de las orquídeas.

Al igual que los humanos, cada especie de orquídea tiene su propia forma de dejar descendencia, a pesar de que no se puedan mover de un lado a otro. Las diferentes estrategias son objeto de estudio y también un atractivo para los humanos curiosos que al igual que los polinizadores, se ven seducidos por la gran diversidad de estas plantas tan interesantes.

©2021 UCR     Tels: 2511-5290 / 2511-5287  Noviembre 2022