Ventana "U"

Salvar la vida en el exilio: diáspora chilena a Costa Rica durante la segunda mitad del siglo XX

Lic. Carlos Garita Víquez
Curador del Museo UCR
Historiador, docente y administrador de la educación no formal

Los periódicos nacionales dieron cuenta del golpe de estado en Chile. La Nación, 12 de setiembre de 1973, p. 1.
  • El 11 de setiembre de 1973 es una fecha que no se olvidará en la historia de América Latina. Aquel día, un grupo de militares liderados por Augusto Pinochet tomó por la fuerza el poder en Chile al derrocar a su presidente Salvador Allende. A partir de ese momento, se vivieron tiempos oscuros, en medio de desapariciones forzosas y asesinatos de estado. A 50 años de este hecho, la presente edición de Ventana U recuerda este suceso y los aportes realizados por las personas académicas que emigraron de Chile a Costa Rica.

El martes 11 de setiembre de 1973 despertó Santiago de Chile en medio de una fuerte agitación. Las unidades militares se encontraban en las calles y la radio emitía noticias que hubieran parecido increíbles solo algunas semanas atrás. Aviones de combate sobrevolaron la ciudad y bombardearon el Palacio de la Moneda, sede del poder ejecutivo.

Aquel panorama se debía a un hecho de notable violencia política: el militar Augusto Pinochet (1915-2006) había decidido tomar el poder con el apoyo de buena parte de las fuerzas armadas. En esta acción, contó con el apoyo de gobiernos extranjeros como el de Estados Unidos. Este país estaba interesado en el derrocamiento de la administración de Allende, pues era de izquierda y poco afín a sus intereses.

En medio de este caos, el presidente se dirigió por última vez a su país, para luego ser encontrado muerto en su sede de gobierno. A partir de ese momento, se vivirían 17 años de cruel dictadura en Chile, la cual dejaría un saldo de miles de personas asesinadas, desaparecidas o torturadas, entre las que se cuentan personalidades célebres como Víctor Jara.

Quienes fueron perseguidos a partir de aquel momento contaban con algunas características en común: ser afines a ideas de izquierda, pertenecer a sindicatos, formar parte del ambiente académico o ser artistas. Entre estas personas, había una certeza: su futuro ya no se encontraba en Chile.

Ante esta acuciante situación, Costa Rica se presentó como una alternativa idónea para emigrar. Aunque su economía era pequeña, había demostrado poseer una democracia sólida y políticamente estable. Por su parte, el país requería de profesionales preparados que pudiesen modernizar la vida profesional, académica y cultural.

Salir del Chile dictatorial significó todo un reto, pues se debía cumplir con una serie de requisitos, como contar con un contrato laboral en el extranjero. Esto hacía que para muchas personas fuese imposible huir de aquel país. No obstante, la Universidad de Costa Rica (UCR) tendió la mano a diversas personas que se convertirían con el paso del tiempo en importantes académicos y académicas.

Entre este grupo, destacan nombres como Helio Gallardo, Sara Astica y Gastón Gainza, quienes realizaron aportaciones en el campo de la filosofía, el teatro y la literatura. Con su labor contribuyeron con la consolidación de la Universidad Nacional (UNA) y el crecimiento de la UCR.

La influencia de su pensamiento es notable, pues impregnaron de criticidad al ambiente educativo costarricense, caracterizado en la década 1970 por ser apacible y poco conflictivo. Sus enseñanzas formaron nuevas generaciones de profesionales, quienes han mantenido vivo un legado de lucha social.

Con el paso de los años, algunas de estas personas migrantes optaron por retornar a Chile. Sin embargo, otras se arraigaron en Costa Rica y llegaron a considerarla como su segunda patria. A 50 años de este suceso es necesario mantener vivo su recuerdo, para valorar la importancia que tiene la democracia activa dentro del desarrollo de un país.

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