Diario de obsolescencia:

Conozca un telégrafo de la Colección de radios Charles Frank Denyer Montero

Carlos Vindas Rojas
Estudiante de Comunicación
Asistente del Museo de la Universidad de Costa Rica

  • El telégrafo transmitía información codificada a grandes distancias mediante señales eléctricas.

Durante la segunda mitad del siglo XX, Costa Rica encontró una vía para mejorar las comunicaciones con las diferentes regiones del país. El telégrafo logró conectar a buena parte del país, a partir de la década de 1870, al establecerse de Cartago a Puntarenas, pasando por San José, Alajuela y Heredia.

La Colección de radios Charles Frank Denyer Montero consiste en 136 objetos obsoletos, los cuales fueron fabricados entre 1943 y 1987. En una edición pasada de Diario de obsolescencia, conocimos un radio de válvulas, pero ‒en esta ocasión‒ les presentamos un telégrafo, hecho de madera y metal, de la marca J.H. Bunnell & Company. Este aparato, designado modelo 150 OH MS, fue fabricado en Estados Unidos. Aunque está en buenas condiciones, le falta el cable de conexión.

El telégrafo transmitía información codificada a grandes distancias mediante señales eléctricas cortas y largas, basadas en las letras del alfabeto del Código Morse. En la década de 1950, este aparato fue conocido mundialmente y generó interés en los gobiernos y las élites políticas para dejar atrás las divisiones internas y así consolidar el Estado a partir de un contacto directo entre el gobierno y cada rincón del territorio nacional.

En 1869, el gobierno costarricense compró las instalaciones telegráficas existentes a Lyman Reynolds; así, pasó a controlar esta actividad en el país. En ese mismo año, se estableció el primer reglamento sobre el uso de dicho sistema de comunicación, en el cual se indicaban costos y horarios del servicio. No obstante, dos años más tarde se emitió un nuevo reglamento.

Dicho reglamento dio paso a que las comunicaciones urgentes a largas distancias fueran posibles, pues quienes trabajaban en el sistema de telégrafos debían dormir en las oficinas a la espera de cualquier mensaje que pudiera ser emitido. A finales de la década del 1870, se empezaron a impartir lecciones de telegrafía en centros educativos con el fin de capacitar al personal y‒ así‒ garantizar la sostenibilidad de dicho medio de comunicación.

Durante la década de 1880, el alcance de conexión se extendió por el resto de Centroamérica; sin embargo, fue un servicio costoso que se limitó a un grupo reducido de personas. Paralelamente, en el país, se gestionó con empresas extranjeras la conexión con cables submarinos. A partir de 1888, el telégrafo funcionó durante 12 horas diarias, en un horario de 7 a.m. a 7 p.m. A pesar de que en días festivos se laboraba de 7 a.m. a 3 p.m., no se impedía el envío de mensajes durante la madrugada, según la urgencia.

Sin duda, este objeto aceleró la comunicación y la vida social de los y las costarricenses al permitir una modernización del Estado, gracias a que permitía establecer un enlace a larga distancia e impactar, consecuentemente, en el desarrollo de la actividad económica y política del país.

Sobre el Diario de la obsolescencia

Esta sección surgió por el interés de potenciar la apreciación de diferentes objetos que forman parte de las colecciones del Museo UCR, los cuales constituyen un acervo cultural importante para desarrollar diferentes estrategias futuras de investigación y divulgación sobre el legado histórico que custodia esta unidad.

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